por Luciana Balanesi
– Menos mal que me acompañaste. Con los nervios y la ansiedad, estos estudios y sus esperas se me hacen eternos. ¿A vos quién te acompañó el día que te la hicieron cuando te habías encontrado el nódulo? Seguro que viniste sola. Siempre fuiste tan valiente.
– …
– ¡Ah! No. Cierto. Viniste con Silvia, tu amiga incondicional. No sabes cuánto te extraña. Cada vez que nos cruzamos llora escondida atrás de los anteojos ahumados.
– …
– Buenos días. ¿En qué te puedo ayudar?
– Buenos días. Tengo turno para hacerme la mamografía. Traje la documentación que me pidieron.
– Perfecto. Ya te autorizo las órdenes.
– Dale. Hacé tranquila.
– ¿Gómez? ¿De la calle Dorrego?
– Sí y sí.
– Listo. Aguardá por favor en la sala de espera que te van a llamar por el apellido.
– Me traje el libro así no te enloquezco con las pavadas que hablo cuando estoy nerviosa. Está buenísima esta novela. ¿La leíste?
– …
– ¡No! Claro que García Márquez te aburría con las descripciones.
– …
– ¿Gómez? Por acá por favor. Sacate todas las prendas de la cintura para arriba y ponete esta bata abierta hacia adelante.
– Permiso. Bueno, relajá los hombros y respirá normal.
– Bien.
– No respires.
– No respiro.
– Listo. Respira normal. Ahora vamos por la de perfil. Apoyá acá la axila, tomate de esta manija…
– ¿Vamos bien?
– Sí, muy bien. Respirá normal. Perfecto. Ahora no respires. Listo. Repetimos pero con la mama izquierda.
– ¿Viste cómo las tengo? Bueno. ¿Qué querés? Le di de mamar a mis dos hijos y al más chiquito hasta el año y medio. ¿A vos te dolían?
– …
– Yo no siento nada.
– …
– ¿Podrás venir conmigo a retirar los resultados?
– …
– Ya está. Terminamos. Te podés vestir. Los resultados van a estar para hoy a partir de las seis de la tarde.
(*): lucianabalanesi@gmail.com